Conoce la historia de doña Rosa Quirino, la primera mujer mariachi en México

México es ese sitio que nunca deja de sorprender, no solamente a aquellos que nacieron en sus tierras, sino también para los amantes de las culturas de otros países que se animan a visitarlo, pues cuando han conocido gran parte de la misma, la experiencia de haberlo conocido se vuelve algo satisfactorio.
Nuestro país va más allá de la gastronomía o aquellos lugares impresionantes que maravillan al que los visite, pues la música regional mexicana también es un aspecto representativo de la cultura. Con sus sonidos únicos y su capacidad de contar historias, ha logrado conectar con millones de personas, no solo del propio México, sino en todo el mundo.
Cada región del país tiene una esencia que lo caracteriza, pero hay un género que no importa dónde se toque, pues la manera en cómo encanta a quienes lo escuchen es algo que comparten entre todas: El mariachi.
Cuando hablamos de mariachi, la imagen de un grupo de hombres con esos llamativos trajes, acompañados de instrumentos, es algo que no tarda en llegar a nuestra mente, y es que durante años, la presencia masculina en estos grupos es algo tan común de ver en alguna fiesta, graduación o pedida de mano.
Sin embargo, la realidad es otra, pues en los últimos años, la participación de las mujeres en esta práctica es algo que ha ido creciendo y demostrando que llevar la música regional mexicana a las venas de todo oyente es algo que no distingue género.
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Por lo que es momento de retroceder en el tiempo y conocer a la primera mujer que se adentró en el mundo del mariachi, demostrando que también había una esencia que plasmar en esta práctica.
Era el año 1891 cuando la comunidad de La Escondida en Tepic, Nayarit, vio nacer a Rosa Quirino, conocida como “la mariachera”, quien a su corta edad tendría un profundo acercamiento con la música regional. De su vida poco se sabe, pues a sus 12 años su gusto por la música la orilló a conocer las maravillas del violín, siguiendo a grupos de mariachis de la región, la cual comprende su propio estado natal, Jalisco, Aguascalientes, Michoacán, Guanajuato y Colima.
Su poca experiencia en la vida no fue impedimento para demostrar el talento que poseía, dejando en claro que la dominación de los hombres en el mundo del mariachi podía ser cambiada. Para la década de 1930, doña Rosa lideró su propio grupo de mariachi, siendo la única mujer en el conjunto, y logrando saberse que llevaba un arma para protegerse de los miembros del público que se oponían a que una mujer estuviera en el escenario liderando un grupo de esta índole.
Este poder femenino que, con el paso de los años, se fuera fortaleciendo, logró que en la década de los 40s llegara el primer grupo femenil de mariachis llamado Adelita y su Mariachi de Muchachas, formado en la Ciudad de México. Esto derivó en que más grupos de mariachi, formados totalmente por mujeres, fueran surgiendo, presentándose en estaciones de radio, escenarios y hasta en la pantalla grande.
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Doña Rosa, por su parte, continuaba liderando grupos musicales, alcanzando una esencia que muchos ya iban conociendo, pues la recordaban como una mujer de carácter fuerte que podía sobresalir entre “los machos”, pero, además, imponiendo el traje típico del mariachi, es decir, se abandonó el tradicional rebozo para adoptar una versión femenina del traje charro. Años después, en 1969, doña Rosa fallecería, dejando ese legado que no se perdió en lo absoluto.
Esa icónica mujer se convirtió en una parte fundamental en la historia del mariachi, pues aquellas mujeres que fueron adentrándose en este mundo dominado por los hombres demostraron que la música regional mexicana también podía ser llevada por el género opuesto.
Y si bien, en pleno siglo XXI, el mariachi continúa siendo un campo mayormente tomado por los hombres, cada vez se ven más grupos femeninos que, con ayuda de instrumentos como guitarras, arpas, trompetas y violines, llevan nuestra cultura musical por un camino de satisfacción que todo amante de México adora presenciar, pues quién no se pone alegre cuando un grupo de mariachis empieza a tocar una joya musical romántica, y por qué no, hasta movida.